Hoy es el día del médico que decide el mejor tratamiento para cada persona; de la enfermera que con su sonrisa, te hace sentir bien incluso cuando te están poniendo la vía; de los familiares que ofrecen su apoyo incondicional; de los amigos que siempre están ahí; de los voluntarios que hacen más llevaderas las sesiones de quimio; de las personas que desinteresadamente ayudan en las recaudaciones de fondos; de los investigadores que buscan nuevas armas para combatir y por supuesto, de los pacientes que luchamos día a día, con constancia y con tesón, contra esta enfermedad llamada cáncer, contra sus secuelas e incluso contra el tratamiento en si.
Y yo lo quiero celebrar con un mensaje, sencillo pero crucial para vencer: “se puede, se debe y merece la pena luchar; nunca pierdas la esperanza“.