Esta mañana mientras desayunaba he visto a mi gato peleándose con un clip (sí, de los de oficina). Le atacaba por un lado, le atacaba por otro, se tumbaba y le daba con la pata, se levantaba y lo intentaba morder, saltaba y caía sobre él… y así durante un buen rato, buscando nuevas formas de atacar al clip, pero disfrutando de todas ellas.
Y cuando al fin ha descubierto que no tenía nada que hacer, se ha levantado y se ha ido tan feliz a tumbarse en el sofá, en espera de otro nuevo clip al que atacar.
Pues creo que mi gato tiene más claro que la mayoría de nosotros cómo afrontar los problemas de la vida. ¡Ahí lo dejo, buenos días!